miércoles, 1 de abril de 2015

Rosa


Solo venía a contarte que envidia me dan las calles cuando pasas distraída.
Como la vida te sonríe cuando sales a voltearla con esa falda, niña.
Que cada marzo te quiero un poquito más.

Te pediría mil veces que me llevaras a esas alturas donde tengo la mejor vista. De tus ojos, claro.
Y te escucharía mil veces, también, cuando despiertas a Perséfone con tu dulce voz.

No subestimé nunca el poder que tenía su risa cuando no paraba de llover.
Y aquí me encuentro, en el lugar donde las flores lloran su nombre.
Donde los pajaros ya no cantan.
Donde el viento la recuerda aún

Te gusta jugar al escondite con la luna y acariciar a la suerte. Y me parece la forma más bonita de mostrarme cuanta poesia tienes entre los dedos.

Tienes la facilidad de un crío cuando haces que todos los problemas se esfumen con solo bailar.
No vas a engañar a nadie con esos labios que pintan tulipanes cuando lanzas besos y vistes de oro el cielo.
Las dos sabemos que es 21 de marzo todos los días que tus caderas citan a Bécquer, pequeña.

Solo venía a contarte, a cantarte. Jugar al descarte de tus pétalos con el rocío que corre por tus mejillas
cualquier día de estos.
Me dicen que te llaman Rosa.
Y no me extraña.
Eres preciosa.

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